Por Lina María Pieruccini Arias
El turismo es un motor clave para el desarrollo económico y social, impulsando el empleo, el intercambio cultural y la conservación del patrimonio. Sin embargo, su crecimiento acelerado ha traído consigo desafíos ambientales significativos. Consciente de esta realidad, la Organización Mundial del Turismo (OMT), creada en 1975, incorporó en 1996 el concepto de turismo sostenible, estableciendo principios y certificaciones para garantizar que la actividad turística beneficie a largo plazo el entorno, la economía y la sociedad.
A pesar de estos esfuerzos, la aplicación efectiva de las normas sigue siendo un desafío. La brecha entre intención y práctica evidencia la necesidad de un enfoque más profundo, no solo en regulación, sino también en la transformación de la conciencia colectiva.
1. Nueva era o el fin de las eras
Para comprender la evolución del planeta, los científicos han definido divisiones temporales: eones, eras, periodos y épocas. Actualmente, nos encontramos en la era Cuaternaria, época del Holoceno, iniciada hace 11.700 años. Sin embargo, desde el 2000, se ha propuesto una nueva época: el Antropoceno, término introducido por Paul Crutzen, quien argumentó que la actividad humana ha generado cambios irreversibles en los sistemas naturales del planeta.
La Revolución Industrial marcó un punto de inflexión, acelerando el crecimiento poblacional, el avance tecnológico y la explotación de recursos. Para medir estos impactos, los científicos establecieron 12 indicadores clave, entre ellos: expansión urbana, consumo de energía y agua dulce, pérdida de biodiversidad, producción de papel, crecimiento de la población, transporte, uso de fertilizantes, inversión extranjera, turismo internacional y crecimiento del PIB ce. En 2009, el Stockholm Resilience Centre presentó el concepto de Límites Planetarios, identificando nueve umbrales críticos que no deben ser sobrepasados por que podría traer consecuencia para la vida del humano en el planeta: cambio climático, pérdida de biodiversidad, uso del suelo, flujos bioquímicos, deterioro de la capa de ozono, consumo de agua dulce, acidificación oceánica, contaminación atmosférica y nuevas entidades químicas. Mientras algunos ya han sido excedidos, otros aún se desconocen completamente, lo que plantea riesgos impredecibles para la estabilidad planetaria.
2. Turismo sostenible y el camino al enfoque regenerativo
El turismo sostenible ha sido promovido como una solución para minimizar los impactos negativos de la actividad turística, basándose en normas, leyes y certificaciones que buscan regular el uso responsable de los recursos. Sin embargo, en la práctica, los efectos negativos sobre los destinos turísticos siguen siendo evidentes. La urbanización descontrolada, la sobreexplotación de ecosistemas y la pérdida de identidad cultural son algunas de las consecuencias de un modelo de turismo que, pese a sus buenas intenciones, no siempre cumple su propósito.
Para muchos destinos, el desarrollo turístico ha sido visto como una oportunidad de crecimiento económico, generación de empleo y conservación del patrimonio. No obstante, cuando este desarrollo se prioriza sin una planificación adecuada, se convierte en un problema contraproducente que afecta tanto a las comunidades locales como al entorno natural. Es momento de repensar el turismo y cuestionar no solo cómo se gestiona la actividad turística, sino también cómo los turistas se relacionan con los lugares que visitan. Es necesario encaminar el turismo el concepto de El turismo regenerativo no solo busca proteger los entornos naturales y culturales, sino que también aspira a activar la conciencia del visitante a través de experiencias sensibles y relacionales. No se trata únicamente de viajar y contemplar, sino de establecer una conexión profunda con el entorno, con las comunidades locales y consigo mismo.
Cuando el turista deja de ser un espectador y se convierte en un participante activo del ecosistema que visita, comprende que su presencia genera un impacto, ya sea positivo o negativo. La verdadera transformación ocurre cuando el viajero reconoce que es parte de un sistema más amplio, donde cada acción cuenta, y entiende que su papel no termina cuando el viaje concluye. Al regresar a su hogar, sigue siendo un turista en este planeta, y es su responsabilidad aplicar lo aprendido para contribuir a la regeneración y cuidado del mundo que habita.
Conclusión:
Para que el turismo genere un impacto verdaderamente positivo, es fundamental que los turistas pasen de ser simples observadores a convertirse en participantes activos del entorno que visitan. Su responsabilidad con el planeta no termina cuando el viaje concluye, sino que debe extenderse más allá, integrándose en su vida cotidiana. Solo a través de un cambio de mentalidad y un compromiso auténtico podremos transformar el turismo en un modelo que no solo preserve, sino que también regenere los ecosistemas y las comunidades. La pregunta clave es: ¿Están realmente preparados los operadores turísticos y los viajeros para asumir este desafío y vivir esta transformación?